Marca identidad y confianza



Normalmente el concepto de “la marca” está muy relacionado a la parte comercial ya sea de ventas o a la parte publicitaria, cuando en realidad la marca es la representación de la esencia o identidad de algo (o alguien) a quién nos referimos por tener cierta relación (positiva o negativa). Una marca puede ser lejana o cercana, puede ser Barack Obama o Steve Jobs, una marca puede ser Ferrovial o Unilever, una marca puede ser todo aquello (positivo o negativo) que representa algo para nosotros.

¿Quién eres? ¿cómo te llamas? No eres ni un producto, ni tampoco un servicio. Eres un compendio de valores,  actitudes, estilo, forma de pensar y de decidir; eres una sonrisa, un consejo, un compañero o compañera. Eres aquello que te hace diferente de los demás y que tienes la conciencia suficiente para serlo. Eres una buena marca para todos aquellos que te conocen y se relacionan contigo. No eres un producto, buscas ser feliz a tu estilo, con tu forma de pensar y actuar, con cada palabra y gesto que realizas en cada paso y en cada respiro.




En los mercados, así como en nuestro andar, las imágenes que vamos mostrando a la gente que conocemos y con las que nos relacionamos proyectan una parte de lo que somos. Mantener las relaciones a lo largo del tiempo genera confianza en las personas que interactúan con nosotros. Somos un motor generador de ideas (positivas o negativas) que se replican hasta el infinito, somos una sociedad, somos una marca.



Mi abuela me solía decir “Para muestra un botón” refiriéndose a un suceso que evidenciaba las promesas cumplidas o incumplidas. Aquella frase tan contundente es una sentencia de confianza hacia una marca y también evidencia fortalezas y debilidades de alguien. Actualmente se habla de “Crisis de valores”, de falta de transparencia y también de “pérdida de la confianza”. Los botones de nuestro traje se han descosido; es hora de volverlos a zurcir. 

Hace unos días tuve el placer de ir a unas clases en el posgrado de Gabinetes de Comunicación de la Universidad Complutense de Madrid donde encontré a gente muy buena y analítica. Con este grupo nos dimos cuenta de que la búsqueda de la definición de la identidad no es un trabajo que se termine en un mes o en un año, sino una labor constante y que vas logrando con esfuerzo y madurez durante tu vida. También aprendí que las expresiones de las imágenes que proyectamos refuerzan nuestra identidad dentro de la cultura en la que nos encontramos. Aquello es un descubrimiento increíble (a pesar de parecer una obviedad). Si la marca y la comunicación evolucionan con el tiempo, ¿porque no la identidad? Estoy seguro que muchas marcas de antaño ya no se definen como cuando fundaron sus fábricas hace 50 años. Si dentro de nuestra identidad se encuentra el ser atentos o serviciales, lo vamos a ser de 5, 10, 20 ó 50 años, lo que va a cambiar es la forma de ser amables en diferentes contextos y con diferentes personas. Nuestra identidad madura y se refuerza a lo largo de nuestra vida. Reitero el agradecimiento público a este grupo de personas muy profesionales.

Al día siguiente fui a las jornadas Dranding Days donde encontré casos de empresas que hicieron un alto en su comunicación, se definieron con ayuda de sus grupos de interés y marcaron un antes y un después en su marca. Aquello es admirable, no solo por la valentía que implica reconstruirse en tiempos delicados sino porque admiten que tienen que evolucionar y aquello es un paso adelante para cambiar de perspectiva.

El futuro de la sociedad volverá a establecerse no solo económicamente, sino moralmente, existe gente buena, existen marcas fuertes (y no me refiero solo a empresas). Normalmente el concepto de marca se vincula con lo comercial o lo publicitario, prefiero vincularlo con lo social porque somos nosotros (las personas) quienes hacen evolucionar a las marcas con las que nos relacionamos y viceversa y quienes tenemos el poder suficiente para cambiar al mundo. Confiemos, yo confío en vosotros.

Bibliografía recomendada: