Cuatro acuerdos para mejorar nuestras relaciones

Para poder crear marcas, productos, servicios, necesitamos ser más espirituales, evolucionar como seres humanos, no perder nuestras convicciones, ejercer verdadero liderazgo; ser conscientes de nuestro poder de influir. Para liderar, no sólo requerimos de visión, talento y esfuerzo, sino de una profunda reflexión en los valores para comprometernos con la humanidad. 

Para hacer, primero tenemos que ser. No podemos ser mejores empresarios, ejecutivos, brand managers, project managers de lo que somos como personas. Por ello mi aportación para Comisuras se centrará en compartir algunos de los conocimientos que he ido adquiriendo a lo largo de estos últimos tres años en mi camino de lo que muchos llaman "el despertar de la consciencia humana". 

En este primer post quiero compartir algunos consejos que he tenido oportunidad de aprender en este andar. Todos ellos me han ayudado en gran medida a ser más consciente a la hora de establecer relaciones con los que me rodean, porque no hay que olvidar que nuestras creaciones, cualesquiera que sean, son fruto de nuestra interacción con los demás. 

Unas de las primeras lecturas que me inició en este fascinante despertar fue el libro "Los Cuatro Acuerdos" del Dr. Miguel Ruíz, un nahual del linaje de los “Guerreros del Águila” de la civilización Tolteca. 





Hace miles de años los toltecas eran conocidos el sur de México como «mujeres y hombres de conocimiento». Algunos antropólogos han definido a los toltecas como una nación o una raza, pero, de hecho, eran científicos y artistas que formaron una sociedad para estudiar y conservar el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados. Formaron una comunidad de maestros (nahuales) y estudiantes en Teotihuacán, la ciudad de las pirámides en las afueras de Ciudad de México, conocida como el lugar en el que «el hombre se convierte en Dios».



De acuerdo con el Dr. Ruíz el conocimiento tolteca surge de la misma unidad esencial de la verdad de la que parten todas las tradiciones ancestrales sagradas del mundo. Aunque no es una religión, respeta a todos los maestros espirituales que han enseñado en la Tierra, y, si bien abarca el espíritu, resulta más preciso describirlo como una manera de vivir que se distingue por su fácil acceso a la felicidad y el amor. En su texto (el cual os invito a leer) el Dr. Ruíz nos propone cuatro acuerdos para llevar una vida más sencilla, feliz y sobre todo libre. Creo que pueden ser perfectamente aplicables al momento de relacionarnos con los otros al momento de crear. Los cuatro acuerdos son los siguientes:



  1. Sé impecable con tus palabras. Parece muy simple, pero es sumamente poderoso. ¿Por qué las palabras? Porque constituyen el poder que tiene el ser humano para crear. Una sola palabra puede cambiar una vida o destruir a millones de personas. Este acuerdo significa que cada vez que hables (contigo mismo, pero sobre todo con los demás), intentes expresarte de la forma más neutra y positiva posible. Esto supone un grandísimo esfuerzo cuando estás bajo los efectos de una emoción grande, especialmente cuando se trata de un sentimiento negativo (ira, miedo). Cada vez que gritas, insultas, eres irónico, sarcástico con alguien o emites un juicio sobre la persona en lugar de sus actos, no eres impecable con tus palabras. En estos casos, lo más probable es que tu interlocutor se fije más en la forma de lo que dices que en el fondo, y por lo tanto no conseguirás tus objetivos, ni crear en armonía.
  2. No te tomes nada personalmente. Si pensabas que el primer acuerdo era difícil de seguir, espera a probar no tomarte nada personalmente. Sí, es literalmente no dejar que lo que digan los demás nos afecte, sea en positivo o en negativo. En el libro Miguel Ruíz tiene una explicación muy interesante que ayuda a entenderlo mejor. Dice que lo que realmente expresan las personas cuando te hablan muy mal (insultando) o muy bien (halagando) no tiene nada que ver contigo, sino con su propia situación emocional. Párate un momento para reflexionar sobre eso. ¿Una persona te insultaría si se sintiese en paz? ¿Una persona te halagaría si estuviese enfadada? No. Por lo tanto, lo que te dice una persona no es un juicio de valor sobre ti, sino una expresión de su emoción del momento. No tiene nada que ver contigo, y por lo tanto es absurdo que te dejes contagiar por esas palabras. Pero más allá de eso, el motivo por no tomarte nada personalmente es que si tú mismo no estás seguro de conocerte al cien por cien, los demás saben aún menos sobre ti, y por lo tanto, su opinión no puede afectarte. No quiero decir por ello que no se tengan que escuchar los consejos ajenos, sino que hay que tomar todo lo que nos digan como elementos de información (sea si te hablan mal, a través de halagos, o desde la impecabilidad de la palabra).
  3. No hagas suposiciones Esto significa no sacar conclusiones basadas en deducciones en lugar de la información. En las relaciones personales, tendemos a hacerlo todo el tiempo. Pensamos “me ha dicho eso, pero estoy seguro que en realidad piensa esto otro”. Es absurdo pero es algo muy frecuente. La solución es no suponer, y tomarse las cosas como son. La mayoría de las veces imaginamos intenciones ocultas donde no las hay, especialmente con personas cercanas. En otras ocasiones, no preguntamos porque no queremos saber la verdad (por si no nos conviene), y funcionamos con una “verdad” basada en lo que pensamos que el otro piensa. Evidentemente es un error. No querer saber las cosas no cambia la realidad.
  4. Esfuérzate siempre al máximo La lógica tras este cuarto y último acuerdo es que si haces lo máximo, no puedes reprocharte nada. Si no alcanzas los objetivos que tenías pero has dado lo máximo que podías, no existe motivo para el remordimiento.  Que cuando estés en el trabajo des lo mejor de ti, que cuando estés con tu familia o tus amigos des lo mejor de ti, y cuando disfrutes de ocio, también lo hagas. En definitiva estar en el presente en todo momento.
Recuerda que para poner en práctica estos cuatro acuerdos necesitamos amarnos y aceptarnos nosotros mismos. Nuestra imagen de perfección es la razón por la que nos rechazamos; es el motivo por el cual no nos aceptamos a nosotros mismos tal y como somos y no aceptamos a los demás como son. Cuanta más autoestima tenemos, menos nos maltratamos y eso se refleja en nuestro trato con los demás. 

Es fácil vivir con los ojos cerrados, interpretando mal todo lo que se ve... 
(John Lennon)


Saida García
Comunicadora de formación y espiritual por convicción. Una alquimista social en la búsqueda del despertar de la conciencia y la transformación personal.