Las marcas y las pruebas de confianza


En los últimos años y gracias a la entrada de la época digital, múltiples marcas en todo el mundo han realizado la transición de digitalizarse para poder seguir liderando en sus respectivos mercados. Junto con la digitalización, también tuvo auge el tema del propósito corporativo en donde toda empresa debía de analizarse y preguntarse “quién es”, “cuál es su propósito como organización” y “qué hacer” para llegar a cumplir sus objetivos. 

De forma paralela, también nacieron nuevas marcas que lograban entender e interpretar las necesidades de la generación millennial ofreciendo productos y servicios ajustados con sus necesidades: Amazon, Uber, Facebook, Spotify, Trip Advisor, Air BnB, entre otros.

Pasada la fiebre digital, del propósito y de las investigaciones sobre la generación millennial, nos encontramos con una sociedad que se encuentra en medio del desborde o infoxicación de información digital, así como también del auge de las fake news y también de los populismos que refuerzan la confrontación entre los de derechas e izquierdas, entre lo nuevo y lo antiguo, entre la razón y la emoción y un sin fin de argumentos que obligan a la ciudadanía a optar por una posición. 

La sociedad como la concebíamos hace 20 años ha cambiado drásticamente y las marcas que conocíamos también. Revisando los posts que redactamos desde el equipo, encontramos uno del año 2012 en el que compartimos que las “Marcas son puentes entre la Sociedad y las Empresas” en donde planteamos que las marcas evolucionan con la sociedad y con las constantes demandas que les exigen o reclaman las personas y ello ha generado que hoy en día la marca no solo te habla de productos y servicios que vende, sino que va más allá. Les ponemos dos ejemplos: 

1. Orange:


Muy aparte de competir con Telefónica, Vodafone o las demás compañías de telecomunicaciones, la marca Orange eleva el nivel de comunicación y nos comunica que además de la fibra óptica, internet, telefonía, y demás soluciones en el sector IT, también se suma a la educación digital para fomentar el cuidado y la madurez a la hora de confiar en alguien. Bajo su lema “Las redes sociales no son malas. Confiar en alguien, sí” buscan impulsar un uso responsable de la tecnología (independientemente de la compañía de telecomunicaciones que tengas) la marca da un paso adelante y plantea el problema social que se debe de afrontar desde todos los actores sociales.
 

2. Tony Chocolonelly:


El concepto de la marca y de todo el negocio es asombroso, Tony Chocolonelly ha creado un choclolate con el sello “Libre de esclavitud” y lo ofrece a los consumidores para que ellos tengan la decisión final de ayudar o no a la lucha en contra de la explotación infantil en África. 

Si las marcas son puentes entre la sociedad y las empresas, tenemos el gusto o el placer de vivir en un contexto muy interesante en donde las marcas nos proponen mucho más cosas que comprar sus productos o servicios ya que están demostrando realmente lo que son (para lo bueno y para lo malo).

Nos encontramos en medio de la fiebre digital, del big data, del propósito, de los valores, de los millennials, de los Z y demás temas de moda que se pueden o no aplicar al branding. Sin embargo, cuando una marca quiere ser proactiva con la sociedad, no necesita ni esforzarse en comunicar lo “responsable” que es. Su identidad le obligará a actuar con coherencia. 

En una sociedad plagada de sobre información, de fake news, o de populismo, las personas no queremos que las marcas nos digan lo verdes que son, solo queremos que nos lo demuestren… y para ello hace falta más que comunicación, es la única prueba de confianza que necesitamos. 

REDACTOR

 Augusto Leiva Espinoza